Una startup cordobesa, ideada por un grupo de exinvestigadores del Conicet, se expandió por fuera de las fronteras argentinas y abrió oficinas en Nueva York, Estados Unidos, donde busca consolidar su objetivo de determinar la mejor terapia contra el cáncer para cada paciente y aumentar la tasa de éxito en el desarrollo de nuevos medicamentos para la enfermedad, se informó este lumes.
Gracias a fondos de inversiones para empresas biotech, OncoPrecision, una empresa biotecnológica que desarrolla screenings o métodos de detección sistemática con células de pacientes apelando a la “toxicidad selectiva”, llegó a Estados Unidos y avanza en la realización de un ensayo que le permita pasar de la etapa de investigación a la práctica.
“El principal objetivo de OncoPrecision es evaluar cuál es la mejor terapia que se le puede dar a un paciente antes de que comience a ser tratado. Hacemos un rastreo entre todas las drogas existentes y aprobadas, adaptado a la realidad de cada lugar”, aseguró Gastón Soria, exbecario doctoral de la Fundación Instituto Leloir (FIL) y director científico de la startup que hoy tiene 26 empleados y cofundó junto a Candelaria Llorens, Gerardo Gatti y Tarek Zaki.
“Lo que hacemos es exponer al mismo tiempo varios tipos de células -malignas y normales- de una muestra a distintas drogas, para detectar cuán activa y tóxica es cada una y poder elegir la mejor para ese paciente”, añadió Soria, según consignó una información provista por la agencia CyTA Leloir.
El investigador aseguró que “hay que sacarse los anteojos” al momento de pensar que a todos los pacientes con un determinado tipo de cáncer hay que darles el mismo tratamiento inicial o de segunda línea.
La metodología novedosa es la creación de lo que denominaron “microavatares de pacientes” (PMAs por sus siglas en inglés), muestras biológicas extrapequeñas, que además de las células derivadas de la biopsia del tumor del paciente contienen células diseñadas genéticamente que recrean el microambiente tumoral.
Estas células buscan engañar a las células malignas de manera de que se comporten como si estuvieran en el organismo del paciente.
A cada uno de esos microavatares se les aplica una combinación de diferentes medicamentos, lo que permiten probar nuevas combinaciones de fármacos y evaluar de manera simultánea su toxicidad selectiva y general.
En ese caso, el objetivo es encontrar el punto justo entre mayor eficacia y menor toxicidad.
Por medio de inteligencia artificial (IA), luego del análisis e interpretación, se le puede entregar al médico para ayudarlo a prescribir el tratamiento más adecuado.
Además, una segunda aplicación de los PMAs es ofrecerle a la industria farmacéutica la posibilidad de aumentar la tasa de éxito en el desarrollo de fármacos oncológicos.
Por ahora, el enfoque se está estudiando en el marco de un ensayo clínico observacional y la idea es comenzar en los próximos meses con un análisis prospectivo de pacientes refractarios al tratamiento y con mal pronóstico, comparando la evolución de aquellos que utilizan o no esta metodología.
Hasta el momento, la startup lleva recaudados USD 4,2 millones, y entre sus próximas metas figura abrir un laboratorio que tenga regulación para poder ofrecer pruebas a pacientes de Estados Unidos; expandirse en Córdoba y, quizás, abrir una sede en Buenos Aires.
Por el momento, trabajan con una red de 10 centros médicos que les derivan muestras, entre los que figuran el Cemic, Fundaleu, el Hospital Italiano y el Sanatorio Allende, de Córdoba.