La primera plana del gobierno nacional asistió al evento. Al día de la fecha en la línea oficial se sigue planteando la responsabilidad de Irán en la autoría intelectual del atentado y de los libaneses de Hezbollah como autores materiales, sin ninguna prueba fehaciente a lo largo de tres décadas, la causa fue manipulada desde un inicio por servicios de inteligencia extranjeros con fines geopolíticos.
A tres décadas del peor atentado terrorista que sufrió la Argentina, la investigación y la causa AMIA siguen marcadas por la huella indeleble que lo acompañó durante todo el proceso: la impunidad de los responsables y la ausencia de certezas sobre si alguna vez se intentó dar con la verdad. La deuda con las víctimas, los familiares y la sociedad parece cada vez más lejos de ser saldada.
Ante la imposibilidad de avanzar con la investigación se pretende juzgar los hechos tal como están, con responsables prefijados y a miles de kilómetros. Una simulación.
Hubo más de una década en la que la investigación se dirigió a un solo objetivo, Hezbollah, un juicio que anuló toda la investigación porque la SIDE pagó sobornos para que se incrimine a un grupo de policías bonaerenses, un juicio que resultó en condenas para el exjuez Juan José Galeano y los fiscales, entre otros, por haber encubierto la investigación del atentado y otro juicio más en el que resultó absuelto el único acusado principal que tuvo históricamente la causa, el ex reducidor de autos Carlos Telleldín.
Hubo una denuncia por la firma del Memorándum con Irán -elevado a juicio- por parte del fiscal especial de la causa AMIA Alberto Nisman, cuya muerte la justicia determina –también con más dudas que certezas- que se trató de un asesinato y no un suicidio, y que incorporó algunos elementos que la inscriben en el género literario. Una vez más, el expediente quedó tensionado entre la política y la verdad.
En abril pasado, un oportuno pero vacuo fallo de la Cámara de Casación, en una causa conexa que no era la del atentado, dejó caer, en un párrafo de un voto, que se encontraba probado que la República Islámica de Irán fue responsable de los atentados en suelo argentino. Útil para una gacetilla de prensa y para repercusión mediática, pero sin capacidad de constituir prueba indubitable que apuntale una investigación que fue en círculos durante décadas.
la Corte Interamericana de Derechos Humanos encontró al Estado argentino culpable de no haber adoptado las medidas razonables para prevenir el atentado, ocurrido dos años después de la voladura de la Embajada de Israel. LA CIDH dijo lo obvio: que el Estado incumplió su deber de investigar en un plazo razonable y su encubrimiento además de no haber garantizado el acceso real a la documentación existente sobre el hecho. ¿Cómo podría haberlo hecho si existe una sentencia en la justicia local que precisamente menciona que se intentó encubrir el atentado desviando la investigación casi desde el minuto cero? Sobre lo último, siguen cayendo a cuenta gotas retazos de informes, en su mayoría de inteligencia, que aportan todo lo conocido hasta ahora.
El hecho y la investigación judicial
El atentado ocurrió el 18 de julio de 1994 a las 9:53 en la calle Pasteur 633, en tiempos del primer gobierno de Carlos Menem. La instrucción errática no determinó con exactitud las víctimas, que finalmente se fijó en 85. La responsabilidad de investigar el atentado debía ser de las fuerzas de seguridad y de inteligencia bajo el mando de la administración Menem, pero hubo poca o nula voluntad de profundizar en la pesquisa.
Se le adjudicó inicialmente la responsabilidad a la organización libanesa Hezbollah e Irán sin pruebas y sólo basado en informes de inteligencia de la CIA y el Mossad que llevaron a un callejón sin salida en la investigación.
No se sabe de dónde salieron los explosivos ni hay evidencia alguna de cómo y dónde se armó la supuesta camioneta bomba, si es que existió ya solo una testigo (miembro de la Policía Federal) dijo que la vio y 12 que declararon estar en el lugar no la vieron. Ni siquiera se esbozó una hipótesis de quién entró y salió del país para cometer el atentado ni cómo se adquirió la supuesta camioneta ni la existencia o no de un supuesto suicida, ni se permitió investigar la pista de una bomba desde el interior aprovechando los trabajos de mantenimiento que se realizaban en esa fecha en la sede diplomática.