La divisa marginal cerró a $990, con una baja de 20 pesos en el día y acumuló una pérdida de 40 pesos o 3,8% en marzo. La brecha cambiaria se mantuvo debajo del 20%.

En las últimas seis semanas se consolidó un fenómeno que impactó con toda la fuerza sobre las variables económicas e, indirectamente, en la economía real: el fortalecimiento del peso argentino respecto del dólar, el tradicional refugio de valor elegido por los ahorristas.
Al comenzar febrero se presagiaba una suba del billete norteamericano, dada la baja estacional de la demanda de dinero pasadas las vacaciones estivales y una inflación persistentemente alta. Pero ocurrió justamente lo contrario, y con una intensidad y velocidad que no estaban en los cálculos de muchos analistas.
Hay que recordar que el pasado 25 de enero el dólar libre anotó -de manera intradiaria- un récord nominal de $1.260: desde entonces se hundió en 265 pesos o un 21 por ciento. Además se consume la brecha cambiaria: con un dólar mayorista a $846, queda en el 17,6 por ciento.
Liquidación de exportadores. El 13 de diciembre se publicó el Decreto 28/2023 que establece una nueva edición del “Programa de Incremento Exportador”. La misma se destina a todo el sector exportador, tanto de bienes como de servicios, y le permite ingresar un 20% de las divisas recibidas por cobros de exportaciones a través del mercado de valores a la paridad del “contado con liquidación”, mientras que, al menos, el 80% deberá ingresar a través del mercado de cambios.
Este importante flujo de divisas llevó a una baja del precio de los dólares bursátiles, que habían llegado a superar los $1.300 a fines de enero, y ahora se alinearon con el dólar libre (el dólar MEP a $1.000 y el “contado con liqui”, a $1.033). Como los mercados del dólar alternativos al “cepo” oficial arbitran entre sí, el descenso de precios de uno contagia a los otros.


Ventas de particulares. La recesión económica en conjunción con la inflación más alta en 33 años inevitablemente horada la capacidad de compra de las familias. Muchos individuos, pequeños comerciante y cuentapropistas apelan a la venta de dólares atesorados en el mercado paralelo para pagar gastos corrientes, ante la falta de pesos por la caída de los ingresos. Si la oferta de dólares supera a la demanda, se produce la caída de los precios.
Está claro que la plaza está “seca” de pesos por la intensa absorción monetaria que efectúan en simultáneo el Banco Central (con la emisión de pasivos remunerados en pesos, y también en dólares, como el Bopreal) y el Ministerio de Economía (emisión de bonos del Tesoro). Este proceso prácticamente congeló el nivel de la Base Monetaria en la zona de $10,4 billones desde que asumió el Gobierno Javier Milei, a la vez que se derrumbó en términos reales por la inflación.
También se congeló el principal componente de la Base Monetaria, que es la Circulación Monetaria (efectivo en poder del público), cuya evolución suele ir en paralelo con la de los precios del dólar libre, dado que este comercio se mueve con “cash”. Desde 2023, el dólar “blue” escaló muy por encima de lo que creció el circulante de pesos, por lo tanto, se estuvo dando en 2024 una rápida corrección de este desfase. Desde que se instauró el “cepo” a fines de 2019, esta variable creció cerca de 700%; si el dólar libre hubiera aumentado en la misma proporción, hoy debería costar debajo de los 700 pesos.
Tasas de interés. Con el “tsunami” inflacionario del último año -la inflación anual podría superar el 280% en febrero-, lo rendimientos de los plazos fijos fueron negativos en términos reales. Pero un escenario optimista que descuenta una desaceleración de la inflación en los próximos doce meses estaría revirtiendo esta relación: quien hoy coloca pesos excedentes a plazo fijo podría ganarle a la inflación futura. Esta ventaja desplaza al dólar como alternativa de ahorro y debilita su demanda.