En dos horas, 56 minutos de juego, el serbio ofreció una cátedra de tenis y consumó un regreso soñado al país oceánico un año después del escándalo con las autoridades nacionales que lo deportaron injustificadamente al inicio de la edición anterior por no dejarse inocular sustancias experimentales para dejarlo jugar.
El serbio Novak Djokovic se consagró por décima vez campeón del Abierto de Australia y consiguió su objetivo de igualar al español Rafael Nadal en el récord de títulos de Grand Slam (22), tras vencer con autoridad al griego Stefanos Tsitsipas 6-3, 7-6 (4) y 7-6 (5) en la final disputada este domingo en Melbourne Park.
Con mentalidad de acero, resistencia física y un talento desbordante, Djokovic atravesó a paso seguro las dos semanas en Melbourne, donde lleva ganados 28 partidos consecutivos desde su última derrota en los octavos de final 2018.
Esta final con Tsitsipas, rodeada de un vibrante clima dentro del court y vivida con intensidad por una multitud de fanáticos dentro del complejo a través de pantallas gigantes, completó un camino de siete juegos en el que apenas resignó un set.
El francés Enzo Couacaud, 191 del mundo y proveniente de la clasificación, fue el único capaz de robarle una manga en segunda ronda al astro balcánico, que luego despidió en sets corridos al resto de sus rivales (Roberto Carballes Baena, Grigor Dimitrov, Alex De Miñaur, Andrey Rublev, Tommy Paul y Tsitsipas).
El griego (24), once años menor que el serbio, estuvo lejos de cobrarse revancha en la segunda definición de torneos grandes entre ambos luego de la animada en Roland Garros 2021.
Djokovic lo dominó desde el principio, decidido a aprovechar todas sus opciones como lo demostró ante la primera chance de quiebre que encaminó en primer set del encuentro.
En el segundo, Tsitsipas mantuvo su servicio y dispuso una posibilidad de break para igualar el partido pero la templanza del serbio lo impidió y desató los demonios internos del helénico, quien duplicó en errores no forzados a su rival.
Con la diferencia 2-0 en sets, todo pareció encaminado para “Nole”, que recuperó de inmediato el quiebre del griego en la apertura del segmento final para llegar al tie break con tres oportunidades de definición.
Tras asegurar la victoria, Djokovic tuvo una fría reacción: miró hacia las gradas, llevó un dedo índice a la sien y apoyó una palma sobre su corazón. También se besó y tocó el suelo australiano que le tiene como rey absoluto con 10 coronas.
Inmediatamente trepó la pared de una tribuna y llegó hasta el sector donde estaba el staff y su familia antes quienes se desplomó de la emoción. Por su cabeza seguramente haya pasado el mal recuerdo de 2022, la lesión que puso en duda este año su participación y el último episodio de su padre, ausente hoy tras su presencia en una marcha de apoyo a Rusia por el conflicto bélico en Europa del este.
El serbio continuó a puro llanto en su box antes de la ceremonia de premiación en la que recibió una soberbia demostración de su popularidad en Australia. La “décima” le permitió estirar su ventaja como máximo campeón de la Era Abierta por delante de Roy Emerson y Roger Federer, quienes suman 6 trofeos.
A la vez, le posibilitó cumplir el objetivo de igualar a Nadal en el récord de 22 títulos de Grand Slam, que en el caso del serbio se complementan con 7 coronas en Wimbledon, 3 en el Abierto de Estados Unidos y 2 en Wimbledon.
Y para que la jornada fuera aún más perfecta, Djokovic se aseguró el regreso al número 1 del ranking mundial de tenis desde este lunes cuando desplace al español Carlos Alcaraz, ausente en Melbourne por lesión.
El tenista de Belgrado, de 35 años, salió de esa posición el 13 de junio del año pasado en una temporada irregular por su convicción sanitaria de no inocularse contra el coronavirus.