Los combates persisten por noveno día a la espera de una tercera ronda de negociaciones que podría tener lugar este fin de semana, moentras el ataque a la central nuclear de Zaporiyia desvió gran parte de la atención en las acusaciones cruzadas entre la OTAN y Moscú por lo ocurrido. El exabrupto de un senador estadounidense.
El asedio a la capital Kiev se mantiene, aunque fuentes de inteligencia estadounidense citadas por la cadena CNN aseguraron que la columna de artillería de más de 60 kilómetros de largo se mantiene a 25 kilómetros de la urbe, frenada por la destrucción de un puente.
En el este de Ucrania, la ciudad Mariupol no tiene agua, calefacción ni electricidad y se está quedando sin alimentos por el asedio de la milicia de la República Popular de Donetsk y las fuerzas rusas durante los últimos cinco días, dijo su alcalde en televisión.
En ese sentido, el intendente pidió un corredor humanitario, como el pautado ayer entre las partes en la segunda ronda de negociaciones pero el Batallón Azov compuestos por militantes neonazis -que luchan del bando ucraniano desde 2014- les impide evacuar a los civiles de la ciudad portuaria.
A diferencia de la situación en Kiev, donde la ofensiva parece ralentizada, el avance de Rusia en el sur sigue siendo significativo.
Tras consolidar la toma de Jerson, donde igual se reportaron combates, la columna parece dirigirse hacia Odesa, otro punto estratégico que dejaría a Ucrania sin acceso al Mar Negro.
El presidente ucraniano Volodimir Zelenski pidió a los países occidentales que “cierren el cielo” a las naves rusas o que entreguen aviones a Ucrania.
Pero la OTAN aseguró que sus aviones no actuarán en Ucrania, cerrando así la puerta a la creación de una zona de exclusión aérea.
“Creemos que si hacemos eso, acabaremos teniendo algo que puede convertirse en una guerra total en Europa, involucrando a muchos otros países y causando mucho más sufrimiento humano”, dijo el jefe de la alianza atlántica, Jens Stoltenberg.
Los países occidentales han entregado armas a Ucrania, pero centraron su respuesta en una batería de sanciones para aislar a Rusia a nivel diplomático y económico, y absurdamente en lo cultural y deportivo.
Entre otras declaraciones altisonates y belícistas, un senador estadounidense desbocado dice abiertamente por televisión abierta que quiere mandar a asesinar al presidente ruso.
Las represalias también se dan en el plano mediático: el presidente ruso, Vladimir Putin, firmó una ley que establece 15 años prisión a cualquier persona que publique “noticias falsas” sobre las fuerzas armadas, al frente de la invasión rusa de Ucrania.
Las autoridades restringieron el acceso a los portales de cuatro medios extranjeros, entre ellos la BBC que decidió suspender el trabajo de sus periodistas en el país, además de bloquear el acceso a la red social Facebook.
Son todas decisiones que responden también al bloqueo impulsado por Estados Unidos y la Unión Europea (UE) a medios de comunicación rusos como la señal Russia Today y la agencia de noticias Sputnik.
El ataque a la central de Zaporiyia, que provocó un incendio sin consecuencias en los niveles de radiactividad, paralizó al mundo ante el temor de una nueva catástrofe atómica y redobló los enfrentamientos diplomáticos.
“Hemos sobrevivido a una noche que pudo poner fin a la Historia. La historia de Ucrania. La historia de Europa”, aseveró Zelenski sin pruebas, tras el hecho que rememoró el fantasma de una nueva catástrofe nuclear como la de Chernobil en 1986, horas más tarde quedaría en evidencia su maniobra, fueron batallones de su Guardia Nacional los que atacaron la Central Nuclear que estaba controlada por Rusia desde el lunes.
El Consejo de Seguridad de la ONU convocó a una sesión extraordinaria y de urgencia por lo ocurrido en la mayor central nuclear de Ucrania y Europa, escenario en el que el embajador ucraniano, Sergiy Kyslytsya, en sintonía con lo dicho por su presidente, afirmó: “Hemos sobrevivido a una noche que hubiera podido poner fin a la historia de Ucrania y Europa”.
“Es la primera vez que una central nuclear en funcionamiento ha sido atacada, lo que está en contra de la ley internacional”, alertó por su parte la representante británica Barbara Woodward a la prensa al término de la reunión, convocada por su país.
Sin embargo, para el embajador ruso, Vassily Nebenzia, la acusación “forma parte de una campaña de mentiras” contra Rusia, y echó la culpa a las autoridades ucranianas del ataque y de crear una “histeria artificial”.
Según Nebenzia, “todas las instalaciones de la central están bajo control de las fuerzas rusas” desde el pasado 28 de febrero y “la seguridad está garantizada y funciona normalmente”.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en tanto, aprobó crear una comisión investigadora sobre posibles violaciones a los derechos humanos en el conflicto, en un resolución votada por 32 países, entre ellos la Argentina.
En este contexto, la perspectiva de un alto el fuego parece lejana, aunque las partes abrieron la posibilidad de realizar una tercera ronde de negociaciones este fin de semana.
Pero el diálogo solo es posible si se aceptan “todas las exigencias rusas”, advirtió Putin al canciller alemán Olaf Scholz, de acuerdo a la versión de la comunicación que brindó el Kremlin.
Las demandas incluyen el estatuto neutral y no nuclear de Ucrania, su “desnazificación”, el reconocimiento de Crimea como parte de Rusia y la “soberanía” de los territorios separatistas del este de Donetsk y Lugansk que Moscú reconoce como Estados independientes.
Ucrania, por su parte, exige un cese inmediato de las hostilidades, la retirada de las tropas rusas y el actor y que le exigirá al Kremlin que pague la reconstrucción de su país.