El gobierno no autorizó las manifestaciones y amenaza con duras penas de prisión a los manifestantes.
La oposición cubana está decidida a manifestarse el lunes en lo que ya se conoce como las marchas del #15N pese a la firme prohibición de las autoridades.
Mientras la oposición busca un cambio de rumbo y la liberación de los presos políticos, el régimen intentan cambiar el clima con tono de celebración ante el regreso de los chicos a la escuela y el de los turistas a la isla.
Así, en Twitter el presidente Miguel Díaz Canel subía este lunes fotos de alumnos felices en la escuela y turistas bajando de un avión listos para pasar las mejores vacaciones. Mientras, otras cuentas más combativas llamaba desde esa misma red social a machar contra “el Castro-comunismo”.
La jornada arrancó con denuncias de cortes de internet y el retiro de acreditación a periodistas extranjeros. También se escucharon desde temprano mensajes de apoyo a la marcha desde todas partes del mundo, especialmente desde Miami.
Durante semanas, la fecha del 15 de noviembre, conocida ya como el 15N, ha sido ampliamente discutida en redes sociales y en los hogares cubanos: para los disidentes, es una oportunidad para marchar en las calles de Cuba, cuatro meses después de las históricas y espontáneas manifestaciones del 11 de julio.
Durante esas movilizaciones, que dejaron un muerto y decenas de heridos, 1.270 personas fueron detenidas, de las cuales 658 siguen en prisión, según la ONG de defensa de derechos humanos Cubalex.

Pero para el gobierno, el lunes marca la vuelta a la normalidad tras meses de cierre de las fronteras del país y de las escuelas debido a la pandemia del coronavirus. También están programadas las celebraciones por el 502 aniversario de La Habana.
“Nuestra divisa es la paz”, prometió el presidente Miguel Díaz-Canel durante una comparecencia el viernes.
Y “en paz iniciaremos el día 15 otra etapa del curso escolar; en paz nuestra economía se recuperará”, aseguró el mandatario, cuando la isla vive su peor crisis económica en casi 30 años, que ha generado una grave escasez de alimentos y medicinas, así como un creciente descontento social.
De su lado, la oposición convocó a una gran manifestación pacífica en La Habana y en otras seis provincias, para “el cambio” y la liberación de presos políticos. La instrucción para los participantes es vestir de blanco.
Pero es difícil saber si la convocatoria tendrá amplia respuesta, ya que el enfrentamiento entre defensores y críticos del gobierno está en su punto más álgido.
Las autoridades acusan a los organizadores de ser agentes entrenados y financiados por Estados Unidos para provocar un cambio de régimen. Por ese motivo prohibieron la manifestación y los amenazaron con sanciones penales.