Videoclips del Arrabal: los cortometrajes de Gardel

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Buenos Aires, octubre de 1930. Ha caído la noche y en un viejo galpón de la calle México está todo listo para el inicio del rodaje. Desde el fondo el director da las últimas indicaciones y al grito de “¡Acción!” comienzan a sonar las notas de un vals. Ante la cámara se encuentra el cantante de impecable frac, con su pelo renegrido y engominado, que entona sonriente: “Tú eres la vida, la vida dulce…” Se trata ni más ni menos que de los inicios del cine sonoro en la Argentina, y el protagonista no es otro que Carlos Gardel, “el Zorzal Criollo”.

Por Daniel De Marco

En 1927 se estrena en los EE.UU. “The Jazz Singer” (El Cantante de Jazz), protagonizada por Al Jolson y considerada la primera película sonora. La sonorización del film estaba realizada mediante un sistema denominado “Vitaphone” por el cual el sonido de la película estaba grabado en discos que debían reproducirse en forma sincronizada con la proyección, lo cual requería una supervisión constante ya que muy fácilmente podían generarse percances por un salto en la reproducción del disco o en una variación en la velocidad de la proyección. En la Argentina de 1930 ya se había difundido la novedad del cine sonoro a través de las producciones de Hollywood, y si bien en nuestro país existía una incipiente industria cinematográfica todavía se continuaban haciendo películas mudas: la primer película sonorizada argentina fue “Muñequita Porteña” de José A. Ferreyra, que se filmó con el mencionado sistema Vitaphone, la cual actualmente se conserva incompleta (con sólo cinco rollos de los nueve que la componían originalmente) y sin su banda de sonido (ya que los discos se perdieron).


Quizás el estudio cinematográfico más importante de ese tiempo en nuestro país fue el de Federico Valle, un productor y director italiano llegado a la Argentina en 1910 que en el transcurso de veinte años llegó a realizar importantes producciones como “El
Apóstol” (primer largometraje de animación de la historia dirigido por Quirino Cristiani) o “Film Revista Valle”, el primer noticiero cinematográfico argentino que aparecía en forma semanal. Las instalaciones de Cinematográfica Valle se encontraban
en un amplio galpón de la calle México 832 de la ciudad de Buenos Aires (donde actualmente funciona un estacionamiento de autos).


Poniendo en forma al Zorzal
A mediados de 1930 un joven actor llamado Eduardo Morera se pone en contacto con Valle. Morera ha integrado la compañía teatral de Enrique Muiño y Elías Alippi además de haber participado en algunas películas nacionales y tiene la intención de adentrarse en el campo de la dirección cinematográfica, aunque con un proyecto novedoso: iniciar la filmación de cortometrajes sonoros con el sistema “Movietone” que a diferencia del “Vitaphone” permite la registración del sonido en forma de una pista óptica de densidad variable en la misma película donde se registra la imagen. José Razzano, cantautor uruguayo que integrara un popular dúo con Carlos Gardel, se entera de la iniciativa y le propone a Morera realizar una serie de cortos con su ex compañero a quien ahora representa. Morera duda al principio ya que nota al cantante “fuera de estado”:

“Cuando José Razzano me presentó a Gardel para filmar con él quince películas lo miré y le dije por lo bajo: ‘Con éste voy a poder rodar como máximo un par de cortometrajes, ¿vos ves lo grandote y gordo que es?’”

El mismo Gardel tiene dudas acerca del proyecto ya que ha tenido un debut cinematográfico como actor en la película “Flor de Durazno” de 1917(curiosamente producida por el estudio Valle), pero la experiencia resultaría frustrante debido a la
imposibilidad de Gardel de cantar en la película y a que al momento de su filmación pesaba 120 kilos, viéndose desfavorecido en la pantalla. Si bien al momento de iniciar los cortometrajes Gardel ha bajado algo de peso todavía no ha llegado a afinar su figura
como para dar una “buena imagen” ante las cámaras.


Más allá de la observación inicial de Morera, hay un dato inobjetable: Gardel es el cantante popular más exitoso a ambas márgenes del Plata y está ansioso por convertirse en un artista de fama internacional. El suceso de sus presentaciones en París y en Barcelona durante los últimos cinco años son una clara evidencia de que “el Zorzal Criollo” (uno de los apodos con los que lo ha bautizado el afecto popular, además de “el Troesma” o el más sarcástico “el Mudo”) se encuentra en una condición inmejorable
para lanzarse al estrellato mundial y el cine sonoro se ofrece como la plataforma ideal para conseguirlo.


Finalmente Gardel acepta el desafío y en octubre de 1930 se inicia la filmación del primer cortometraje en el viejo galpón de la calle México. El proceso se convierte en una aventura más azarosa de lo imaginado por el propio Morera: apenas se inician los primeros ensayos se comprueba que la acústica del estudio no es la ideal para la captación del sonido directo y además la cámara importada de EE.UU. genera un ruido de gran magnitud que inevitablemente queda registrado en la película (situación que en Hollywood se soluciona colocando a las cámaras dentro de gabinetes especiales). Al desconocimiento de estas cuestiones técnicas y a la ausencia de recursos Morera responde con el “ingenio criollo”, tapizando las paredes del galpón con trapos húmedos, recubriendo la cámara con un almohadón prestado por una vecina y secando los negativos de las películas en el mismo galpón con un ventilador.


“Era tan precario lo que hacíamos que una vez Orson Welles me presentó en una reunión como ‘Crazy Morera’. Cuando el traductor me explicó lo que quería decir le contesté que más loco era él que había hecho tirar a personas por la ventana, debido a la supuesta invasión de los marcianos” (en referencia a la emisión radiofónica de “La Guerra de los Mundos” realizada por Welles en 1937).


Entre el 23 de octubre y el 3 de noviembre de 1930 se registran quince cortometrajes, todos ellos basados en canciones del repertorio de Gardel, de los cuales diez son finalizados exitosamente: “Añoranzas”, “Canchero”, “El carretero”, “Enfundá la mandolina”, “Mano a mano”, “Padrino Pelao”, “Rosas de otoño”, “Tengo miedo”, “Yira yira” y “Viejo smoking”. Los cinco restantes son descartados por fallas en el proceso de revelado, entre ellos “El quinielero” y “Leguisamo solo” (con la participación del jockey Irineo Leguisamo).

Algunos cortos incluyen además de la interpretación de las canciones la participación de invitados que intercambian breves secuencias de diálogo con Gardel, como Enrique Santos Discepolo (“Yira yira”), Arturo de Nava (“El carretero”), Esteban Celedonio Flores (“Mano a mano”) y Francisco Canaro(“Rosas de otoño”). En “Viejo Smoking” se desarrolla un sketch con la participación de los actores Inés Murray, César Fiaschi y el propio Gardel.

En varios de los cortos se puede ver a Gardel acompañado por sus guitarristas(o “escobas” como le gustaba llamarlos), y
solamente en “Rosas de otoño” y en “Viejo smoking” se lo oye acompañado por la orquesta de Francisco Canaro (a la que nunca se ve en cámara). Morera lo explicaría de esta manera: “Otro inconveniente que surgió al comenzar a filmar con Carlitos fue su negativa a cantar con orquesta. Sólo quería hacerlo acompañado de guitarras porque, como a veces se equivocaba, sabía que las guitarras lo esperaban, en cambio la orquesta no”.


El 3 de mayo de 1931 comienzan a estrenarse los cortos en el cine Astral de la ciudad de Buenos Aires, bajo la denominación de “Encuadre Musical” y acompañando la exhibición del largometraje “Luces de la ciudad” de Charles Chaplin. De acuerdo a las reseñas y al testimonio de algunos contemporáneos como Francisco Canaro los cortometrajes tienen un gran éxito y pavimentan el camino para el inicio de la carrera cinematográfica de Gardel. Así recordaría Morera cómo debió sortear las resistencias iniciales de su entorno e incluso las del propio Gardel y la satisfacción posterior por el resultado obtenido:

“La gente no estaba muy de acuerdo con que dirigiese a Carlitos. Muchos decían que yo no sabía nada de cine. Pero juntos nos arriesgamos y demostramos que hicimos un buen producto (…) Al comienzo no fue sencillo, más de una vez Razzano o Leguisamo
lo tuvieron que traer de la ‘orejita’ porque si no, no venía (…) Cuando Gardel se empezó a ver en las películas se gustó tanto que poco a poco comenzó a disciplinar su vida profesional. Sin embargo carecía de visión comercial y era un poco bohemio, por eso en estas cuestiones lo suplían Razzano y Leguisamo. Ningún producto, por bueno que sea, se impone si no hay detrás un buen vendedor.”


Indudablemente los cortometrajes tuvieron el efecto deseado: a mediados de 1931 Gardel firma contrato con el estudio Paramount para rodar en Francia su primer largometraje: “Las Luces de Buenos Aires”, que daría inicio no sólo a su carrera cinematográfica sino también a su estrellato indiscutido en toda Hispanoamérica, llegando a protagonizar siete largometrajes más hasta su trágico fallecimiento el 24 de junio de 1935 en un accidente de aviación acaecido en la ciudad colombiana de Medellín.


Por su parte Eduardo Morera continúa vinculado al mundo del cine, dirigiendo entre 1934 y 1941 películas musicales como “Así es el Tango” y “Melodías de América” y comedias como “Un bebé de contrabando” con Luis Sandrini. Cabe destacar que Morera también dirige en 1936 “El homenaje póstumo a Carlos Gardel”, documental que registra la repatriación de los restos del cantante y el multitudinario cortejo fúnebre hasta el cementerio de la Chacarita, donde se incluyen además los testimonios de los músicos Francisco Canaro y Charlo, del actor Fernando Ochoa y de Bertha Gardes, la madre del “Zorzal Criollo”.


¿El nacimiento del videoclip?
Más allá del legítimo orgullo que implicaba la realización de las primeras filmaciones con sonido directo en la Argentina, Eduardo Morera remarcaba otro pretendido mérito: “Sin darnos cuenta con Gardel fuimos los creadores de lo que ahora se denomina videoclip”.


Pasados noventa años cabe hacerse la pregunta: ¿podrían considerarse a aquellos films pioneros como “videoclips”? Y de ser así, ¿fueron éstos los primeros videoclips de la historia, o hubo producciones anteriores que acreditan esta condición? El diccionario
online de la Real Academia Española define al videoclip como “cortometraje en que se registra, generalmente con fines promocionales, una única canción o pieza musical”. En una primera instancia se podría decir que los cortometrajes a los que nos hemos referido encuadran en esta definición, ya que en todos ellos se incluye la interpretación completa de una canción (con la excepción de “Viejo smoking” donde Gardel la interpreta parcialmente). Algunas diferencias que podemos señalar son las siguientes:


 Aunque los cortometrajes de 1930 fueron concebidos con una intención promocional, fueron impulsados en forma conjunta por el director Morera y José Razzano, sin intervención de Odeón (la empresa editora de los discos de Gardel). En la actualidad los videoclips son una herramienta de las compañías discográficas para complementar la difusión de los cortes de promoción de sus
artistas a través de medios audiovisuales (televisión e Internet).


 Las películas citadas no utilizan como banda de sonido grabaciones realizadas por el artista, sino que son más bien registraciones fílmicas de interpretaciones en vivo efectuadas en un estudio de cine. Por su parte los videoclips (por la finalidad promocional ya señalada) contienen ineludiblemente piezas musicales ya grabadas y editadas para su difusión pública que son ilustradas por medio de un guión que suele enriquecerse con diversos efectos especiales.

No obstante lo reseñado hasta aquí, los investigadores Alberto Rasore y Jorge Gagliardi han publicado artículos en los que señalan que José Bohr, actor y cantante contemporáneo de Carlos Gardel (de quien el mismo Gardel grabara algunas de sus composiciones como “Pero hay una melena” y “Cascabelito”), habría realizado en 1928 una serie de cortos sonoros en los Estados Unidos para la Paramount, películas a las que también se refiere el propio Bohr en su autobiografía, pero de las cuales no se han conservado copias.


A partir de la década de 1930 y hasta mediados de la de 1970 se produjeron films de corta duración destinados a ilustrar la interpretación de temas musicales, por ejemplo algunos cortos de Betty Boop (producidos por el estudio de los hermanos Fleischer en 1932) con la participación de Louis Armstrong y Cab Calloway interactuando con personajes animados, o las películas promocionales realizadas en la década de 1960 por conjuntos como The Beatles, The Rolling Stones y The Who, entre otros. El videoclip tal como se lo conoce en la actualidad nace formalmente con el video promocional de “Rapsodia Bohemia” de Queen en 1975, tratándose de un corto promocional respaldado por la grabadora y realizado íntegramente en videotape; paulatinamente otros artistas incorporarían este formato hasta consolidarse como herramienta promocional con el nacimiento de la cadena de televisión por cable MTV en 1981, destinada en sus comienzos a la difusión exclusiva de este género.

Podemos concluir que, más allá de disquisiciones técnicas o conceptuales, los cortometrajes rodados en 1930 por Carlos Gardel y Eduardo Morera tienen una enorme trascendencia porque implicaron el inicio del cine sonoro no sólo en la Argentina sino en Latinoamérica y fueron un punto de partida para el surgimiento de los videos musicales que tomarían forma definitiva casi cincuenta años más tarde. Hoy, noventa años después de su estreno, tenemos acceso a aquellos cortos pioneros por medio de
Youtube para comprobar que Carlitos cada día canta (y se ve) mejor.