A nivel laboral, los líderes eficaces deben comprender a las personas con las que trabajan antes de tomar decisiones; entender sus potencialidades, objetivos y prioridades.
Por Pablo Tigani
Todos lo queríamos a Robertito. Yo empecé antes y entraba de cadete, su papa era chofer del presidente de YELMO y había fallecido unos días antes. Un personaje, yo tomaba un café y el pibe estaba con un ambo de pana negra, encendió un cigarrillo con un Dupont y miró la hora en su Rolex, para empezar…con el tiempo nos hacía matar de risa, medio “tiro al aire”.
Su trabajo en “expedición” (logística) era casi elemental, pero muy eficiente. Me lo lleve a Saccol. Tenía una nena con graves problemas, yo lo quería ayudar, lo nombre Jefe y le subí 50% el sueldo con aprobación del Comité Ejecutivo.
Vino a verme angustiado ante la noticia de su ascenso -parecía estar molesto con la decisión-, no me pregunto cuanto iba a ganar, ni que tenia que hacer desde ese momento, solo dijo “voy a tener que irme más tarde?”. Es que los viernes no podría ir a jugar al fútbol con mis amigos de siempre?
Yo le dije: Y, ¡si! Ahora tienes más responsabilidades.
Robertito me contestó: “Te agradezco mucho. No quiero”.
Le expliqué que hablé con el Director General y me dijo: “da marcha atrás a la designación”, es su decisión, no todos queremos lo mismo.
No se puede forzar a alguien a hacerle “el bien que tu quieres”. Aprendí que los líderes eficaces deben comprender a las personas que trabajan con ellos. Entender sus habilidades, intereses, objetivos y “limitaciones”. Las decisiones de ascenso deben tomarse teniendo en cuenta todos los factores. Yo tenía 28 años. Aprendí a respetar las decisiones.
