Si todos nos lo proponemos los cambios pueden producirse, esta en nosotros mismos empezar a cambiar las cosas.
Por David González
Hagamos que suceda un mundo que brille para todos, un mundo que habilite a los niños a ser niños. Un mundo donde los hechos cotidianos confirmen sus derechos. Que, en las casas, en la calle, en las escuelas y donde exista y camine un niño nuestros actos de niños que han crecido sean una enseñanza, un refugio.
Hagamos que suceda un mundo donde los niños no sean un gasto, sino que valgan como todo el oro, todo el mar, todo el cielo y las estrellas. Cada uno que valga eso. Donde no sean tratados en algunos ámbitos y en la periferia como paquetes de basura sino en todos los casos como regalos de la vida.
Hagamos que suceda un mundo donde los niños no estén atados a las pantallas sino a las plazas, a los parques, a la vida, la libertad, que no los desatemos de la imaginación, de sus destrezas, sus dones y talentos, de la pintura, la danza, los juegos y la alegría bajo el sol.
Hagamos un mundo lleno de luz y de paz, este es el momento de planearlo, en medio de la oscuridad, somos nosotros los elegidos para eso, los mismos que hemos estado haciendo este, pero sin color.
Vamos, hagamos un mundo donde para ellos sea mágico vivir y no que tengan que hacer magia para ser niños…
En un mundo así todos podremos vivir como aquel niño al que un día fuimos.
Hagamos que suceda.